Pero.

Somos humanos, y la vida ocurre.

De pronto, tu perro se comió las partituras, o la lentilla está torcida, o sólo pudiste dormir tres horas la noche antes del concierto porque tenías un ataque de tos horrible (y sabemos lo difícil que es dormirse cuando toses más que un gato con una bola de pelo).

O la promotora de tu concierto llega 90 minutos tarde para recogerte con tu clave, aunque, oh horror, ahora ya tampoco cabes en el asiento del acompañante y tienes que ir al concierto en transporte público, madre mía, y llegas con apenas 30 minutos para montar el clave, afinarlo y ensayar con la cantante (esto me pasó una vez a mi).

Y bueno, llegas allí y tu corazón va a mil por hora (nada bueno), o tienes mal humor (peor), o estás que te arrastras (horrible).

Y todo el cuerpo se siente diferente, y tu percepción, ya de por sí subjetiva, se ha distorsionado de una forma nueva e inescrutable.

Y se convierte en una hazaña, el acceder a las sensaciones a las que estás acostumbrado. (Sobre todo si estás de mal humor.)

¿Y qué pasa ahora?

Porque el concierto... ¡está apunto de empezar!

¿Cómo encuentras tu manera habitual de tocar? ¿En qué sensaciones puedes confiar?

En estos casos es útil saber qué cosas pueden volver a centrarte. Y probar de introducir cambios.

Aunque sea un cambio mínimo, es suficiente para abrir la espiral hacia el lado favorable. El cuerpo puede relajarse, cosa que origina una respiración profunda (o al revés). Y entonces, en el caso óptimo, a pesar del perro y la tos y de todo lo demás, puedes llegar sobre el escenario y volver a encontrar tu manera de tocar como estás acostumbrado.

A veces, creemos que el saber sobre cómo funciona nuestro cuerpo limita nuestras sensaciones de tocar la música. Pero ocurre lo contrario.

El saber es, precisamente en estas situaciones, imprescindible.

Sin embargo, para que ese saber esté a tu disposición y no moleste la sensación con la música y los movimientos, se ha de entrenar y dejar que entre en tu experiencia, por ejemplo a la hora de estudiar.

Y ese puede ser el fin principal del estudio: el unir lo consciente y lo inconsciente. Lo uno sin lo otro no sirve para nada.

Cuando adquirimos nuevas herramientas mediante esta práctica, somos capaces de convertir una situación desfavorable en una situación favorable.

Y ello puede llegar a ocurrir delante de los oyentes.

Cualquier momento es bueno.




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