Todos conocemos el "re-escuchar": seguimos tocando y a la vez, en milésimas de segundo, revisamos lo que acabamos de tocar. La mayoría de veces, para decidir si estamos satisfechos con dicho pasaje.

O el "pre-escuchar": mientras tocamos, nos vamos poniendo en situación con lo que va a venir ahora… ya vemos las notas ante la vista interna, las escuchamos en nuestro oído interior, incluso emocionalmente nos vamos preparando...

¿Dónde tenemos más posibilidad de cambiar cosas durante el concierto? En la pre-escucha o en la re-escucha?

La respuesta es… en ninguna de las dos.

Sino: escuchando en el momento el sonido tal y como está presente en el espacio acústico. Y nada más.

Sólo cuando nuestra percepción está donde está nuestro sonido, tal y como aparece en el espacio acústico (es decir, ni antes ni después), tenemos acceso directo a él. Entonces, tenemos la posibilidad de cambiar cosas.

Escuchar mientas tocamos es como surfear la ola.

El surfista sólo puede manejar la ola que se presenta en ese momento. Antes o después, no existe esa ola. Ya se puede estar imaginando la ola perfecta, pero para surfear, tiene que surfear con lo que hay.

Con la música pasa lo mismo. No imaginar lo que viene, no repasar en el oído interior lo que acabamos de tocar, sino: vivir el sonido y el movimiento a la vez, sincronizados. Y en esa sincronización, según el Método Resonancia, el oído ha de conducir el movimiento.

Un sencillo ejercicio del Método Resonancia para que el oído conduzca el movimiento:

Antes de tocar, escuchamos los sutiles sonidos que nos llegan en el espacio acústico. Cuando los percibimos, tenemos el oído activado, y en esta forma de escuchar, nos preparamos para tocar (respiramos, preparamos las manos, etc). Escuchando, comenzamos a tocar nuestra obra.

Siguiendo el ejercicio, sólo tocaremos lo que vamos escuchando. Sólo nos ocupamos del sonido que en estos momentos estamos produciendo. Ello nos sitúa allí donde está ocurriendo el sonido, y sólo allí. No existe "el siguiente pasaje", y no repasamos lo que acabamos de tocar.

Ahora estarás pensando:

¿Cómo encajo esto con mis intenciones musicales? Yo tengo una intención musical de lo que viene, tengo que decidir cómo va a ser, ¿no?

Entiendo esta pregunta. Tenemos nuestra interpretación sobre una obra que hemos preparado. Hemos tomado decisiones a la hora de estudiarla y la queremos tocar como la sentimos. Hasta ahí estoy de acuerdo. Sin embargo, si al interpretar la obra no soltamos el resultado, y, sobre todo, no lo conectamos con cómo nos sentimos en el momento de tocarla, vamos a estar siempre tocando dentro de los mismos patrones, y va a haber poco lugar para que pasen cosas… las cosas que hacen una interpretación interesante. Lo que alguna gente llama "magia".

El público viene al concierto, no para escuchar la obra perfecta, sino para emocionarse. Esa es la única razón. Una pregunta que me interesa mucho es: ¿con qué se emociona el público? ¿Qué te emociona a ti cuando vas a un concierto? ¿Son unos movimientos que sugieren que el intérprete siente la música, o es la emoción en el sonido, la emoción en el momento, la que llega a tu oído como espectador, lo que te emociona?

La emoción auténtica es la que ocurre en el momento. Sin embargo, en contra de lo que se cree, esta emoción es muy sutil y nada espectacular. Y el sonido es el transportador de la emoción musical, tal y como llega al oído del espectador.

Sólo un sonido resonante es capaz de transportar la emoción musical.



Eso es a lo que se refieren los demás cuando dicen: "Esta obra te la sabes demasiado bien." ¿Te suena esta frase? Quien te haya dicho esto, quiere invitarte a sorprenderte a ti misma. Y con ello, al público.

Porque aunque hayas estudiado el Mozart un sinfín de horas, quieres que suene fresco, y no como un robot. Y lo mismo es lo que quiere el público. Vivir la obra contigo, mientras ocurre, y no ver una coreografía perfectamente estudiada.

Precisamente las obras que has estudiado mucho, o las obligadas para concursos u oposiciones, son las más susceptibles a volverse cansinas, que hasta a ti te aburre tocarlas.

¿Conoces este fenómeno? ¿Te gustaría cambiarlo? Entonces, te invito a surfear la onda sonora. A tocar sólo lo que escuchas y a llevar la emoción de este momento, a través de tu sonido, al oído del espectador.




Siguiente Entrada Entrada Anterior